A Opinión del 20/10/25

El nuevo PAN y los viejos problemas del sistema político local

El reciente relanzamiento del Partido Acción Nacional marca un punto de inflexión en la política mexicana. Jorge Romero, su dirigente nacional, anunció con bombo y platillo el regreso a las raíces panistas: nada de alianzas, apertura total a la ciudadanía y candidatos elegidos por la gente, no por las cúpulas. Una decisión audaz en un entorno donde el pragmatismo electoral ha reemplazado la convicción ideológica. Pero más allá de los aplausos en el Frontón México, el anuncio genera inevitablemente preguntas sobre su impacto en los estados, particularmente en Aguascalientes, uno de los bastiones tradicionales del panismo.

En esta tierra, el PAN ha gobernado con continuidad y eficacia política, pero también con los vicios que el propio relanzamiento pretende erradicar: estructuras cerradas, decisiones entre pocos y una militancia que ha vivido más de la administración que de la convicción. Si el partido logra trasladar su nueva narrativa a la práctica local —abrir las puertas, renovar liderazgos, permitir que la sociedad civil irrumpa en la toma de decisiones—, podría no solo consolidarse, sino también revitalizar el diálogo político en el estado. Sin embargo, si todo queda en discurso, el desencanto ciudadano será aún mayor.

Mientras tanto, el PRD en Aguascalientes enfrenta un escenario desolador. Tras años de mantener el control de la cultura municipal y estatal, desperdició tiempo valioso dormido en sus laureles, creyendo que el simbolismo bastaba para sostener su presencia. Hoy, bajo el liderazgo de Iván Sánchez Nájera desde el IMAC  intentan reaccionar, pero lo hacen tarde, con recursos escasos y una estructura desgastada. La cultura puede ser un gran motor político si se entiende como espacio de comunidad, pero cuando se administra como botín o refugio, termina convirtiéndose en un cementerio de oportunidades.

Y en el PRI, el panorama es distinto, aunque no necesariamente mejor. Saqueado de talento, reducido a la nostalgia de su propia historia, su desafío es monumental. Pero si algo ha demostrado el priismo es su capacidad camaleónica para sobrevivir. En los pasillos del tricolor ya se escucha un rumor cada vez más fuerte: si no hay alianza con el PAN, no faltarán quienes vean viable un acercamiento con Morena. Sería una jugada pragmática, quizá hasta previsible, porque el PRI no tiene ya el peso ideológico que le impida abrazar cualquier bandera que le garantice supervivencia. Así ha sido siempre: con el poder o con quien lo tiene.

El anuncio del nuevo PAN podría, entonces, redibujar los equilibrios locales. Si cumple con su promesa de apertura y coherencia, podría inspirar una recomposición real del sistema de partidos en Aguascalientes. Pero si no pasa de un eslogan bien armado, abrirá espacio a que los demás —por más desgastados que estén— sigan encontrando en el oportunismo el único camino hacia la relevancia. La oposición no se reconstruye con discursos ni con nostalgias, sino con ejemplos. Y el reloj, en la política local, ya empezó a correr.

Al tiempo… y a su opinión