A Opinión del 12/11/25

Lo que nos faltaba: improvisación y desconocimiento también en el Poder Judicial del país

Parece que México atraviesa la era de la improvisación institucional. Ya no solo tenemos funcionarios que llegan a los Ayuntamientos sin conocer sus atribuciones o legisladores que confunden el Congreso con una tarima política; ahora, la falta de preparación y el desprecio por la ley también se asoman peligrosamente en el Poder Judicial.

Hace unos días se conoció el caso de un juez penal recién nombrado que, a poco más de un mes de haber asumido funciones, fue reubicado no a otro juzgado, sino a la Sala Penal del Supremo Tribunal de Justicia, bajo el argumento de que “ayudaría a combatir el rezago”. Pero esa versión, lejos de ser convincente, carece de todo sustento legal.

De acuerdo con expertos en derecho constitucional consultados por BI Noticias, los jueces pueden ser cambiados de adscripción entre juzgados, pero no pueden ser reasignados a cumplir funciones distintas. Mover a un juez para desempeñar tareas propias de proyectistas o auxiliares de sala no solo es una irregularidad administrativa: es una violación directa al marco constitucional y a la división de competencias.

Uno de los abogados consultados calificó como “absurdo” el pretexto de combatir el rezago judicial enviando a un juez novato a suplir a funcionarios con años de experiencia. Es, en el mejor de los casos, una muestra de improvisación; en el peor, una maniobra política disfrazada de eficiencia.

Y ese es el verdadero fondo del asunto: la justicia mexicana sigue siendo tratada como una extensión del poder político, un espacio donde se hacen movimientos al margen de la ley, con la comodidad de saber que no habrá consecuencias. Se cambian perfiles, se doblan reglas, se juega con la estructura judicial como si fuera un tablero de favores.

El problema no es un caso aislado: es el síntoma de un sistema que normaliza la ilegalidad cuando conviene, que se acomoda a los intereses del momento y que ha perdido de vista su razón de ser: garantizar justicia.

México no puede aspirar a fortalecer su Estado de Derecho mientras los propios guardianes de la ley se salten las normas a conveniencia. Ya teníamos políticos improvisados; ahora también tenemos jueces convertidos en piezas de un juego que nada tiene que ver con la justicia.

La improvisación, la ignorancia y la impunidad se han infiltrado en todos los niveles del poder. Y lo más alarmante es que ya ni siquiera sorprende.