A Opinión del 9/12/24

Reflexiones de un Aguascalientes que crece y duele.

Iniciamos la semana de nuestras entregas y muy agradecidos por la aceptación, nuevamente, de esta columna diaria, queremos plantear dos temas que, aunque contrastantes, nos llevan a reflexionar sobre la realidad que vivimos en nuestro estado.

Un impulso económico que inspira.

El 2023 cierra con cifras alentadoras para Aguascalientes en términos económicos. Según datos del INEGI, el Producto Interno Bruto (PIB) estatal alcanzó los 334 mil millones de pesos, con un crecimiento anual del 6.2% a precios constantes, posicionándonos entre las entidades con mayor crecimiento en el país.

Este logro, impulsado principalmente por el sector manufacturero que creció un 9.8%, es un reflejo del potencial industrial y de las políticas públicas que, al menos en este rubro, parecen estar funcionando. Sin embargo, este crecimiento económico plantea importantes interrogantes: ¿se está traduciendo este desarrollo en calidad de vida para todos? ¿Cuánto de esta prosperidad beneficia realmente a las comunidades más vulnerables? ¿Estamos haciendo lo suficiente para diversificar nuestra economía y evitar que las actividades primarias y terciarias queden rezagadas?

En un país donde el crecimiento promedio fue del 3.3%, Aguascalientes sobresale, pero el éxito económico no puede medirse solo en cifras macroeconómicas; debe evidenciarse en el bienestar tangible de su población.

Una tragedia que sacude.

A la par de este optimismo económico, nos encontramos con la desgarradora noticia del hallazgo de fosas clandestinas en una vivienda abandonada en San Francisco de los Romo. Los cuerpos de una joven madre y sus dos pequeños hijos, desaparecidos desde noviembre, reflejan el rostro más oscuro de nuestra realidad: una violencia implacable que no distingue edades ni contextos.

El caso, que señala como principal sospechoso a un sujeto apodado “El Bam Bam”, evidencia las grietas en el tejido social y la urgencia de políticas públicas más efectivas en seguridad y justicia. Nos confronta con preguntas que no podemos ignorar: ¿qué estamos haciendo como sociedad para prevenir estas tragedias? ¿Por qué existen espacios, como viviendas abandonadas, que se convierten en escenarios de crímenes atroces? ¿Cómo pueden las autoridades garantizar que las desapariciones y homicidios no sean solo otra cifra más en una larga lista de pendientes?

Reflexión final.

El contraste entre estos dos temas nos invita a mirar al futuro con esperanza, pero también con una responsabilidad compartida. El crecimiento económico debe ir acompañado de un desarrollo social integral que aborde las raíces de la violencia, el abandono y la exclusión.

Aguascalientes está cerrando el año con logros que celebramos, pero también con desafíos que no podemos ignorar. La prosperidad no solo se refleje en números, sino en vidas más seguras, dignas y plenas.

Al tiempo… y a su A Opinión

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