A Opinión del 12/12/24
La Cámara de Diputados aprobó el PEF 2025 con recortes a órganos autónomos y judiciales, reflejando centralismo y deterioro legislativo.
El presupuesto de 2025 y el desgaste del debate parlamentario. Este miércoles 11, la Cámara de Diputados aprobó el Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) 2025, que contempla un gasto histórico de 9 billones 302 mil millones de pesos. Con 349 votos a favor, 129 en contra y cero abstenciones, el dictamen fue avalado en lo general. Horas después, tras un agotador debate de 12 horas, los legisladores dieron el visto bueno en lo particular con 353 votos a favor y 128 en contra. Sin embargo, el proceso estuvo lejos de ser ejemplar; más bien, se asemejó a un reflejo del deterioro en la deliberación legislativa.
Un debate sin espacio para la disidencia
A pesar de las más de mil reservas presentadas por legisladores de la oposición, ninguna fue aprobada. Esto deja en evidencia la falta de apertura y negociación en el Congreso, donde la discusión parece ser una mera formalidad. Este presupuesto, respaldado por Morena y sus aliados, incluyó reasignaciones de 38 mil millones de pesos hacia rubros como universidades, cultura y seguridad. Sin embargo, también destaca por los recortes significativos a órganos autónomos y al Poder Judicial, lo que ha generado críticas sobre un posible debilitamiento institucional.
Ajustes que despiertan sospechas
El recorte al Instituto Nacional Electoral (INE) de 13 mil 476 millones de pesos es particularmente alarmante, considerando que 2025 es un año crucial con elecciones para jueces, magistrados y ministros, derivadas de la reforma judicial. Además, el Poder Judicial de la Federación (PJF) también sufrió un recorte de 14 mil 42 millones de pesos, dejando su presupuesto en 70 mil 983 millones. Estos ajustes son percibidos por muchos como una estrategia para mermar la independencia de estas instituciones y consolidar el poder del Ejecutivo.
El golpe también se extendió a órganos autónomos como el Instituto Nacional de Transparencia y Acceso a la Información (INAI) y la Comisión Federal de Competencia Económica (Cofece), cuyas reducciones presupuestales se justificaron bajo el argumento de una eventual extinción. Esta narrativa oficial no oculta la preocupación por el debilitamiento del contrapeso institucional.
Un Congreso sumido en la confrontación
La sesión estuvo plagada de momentos bochornosos. Entre acusaciones de legisladores alcoholizados, insultos y conatos de bronca, el debate degeneró en un espectáculo que poco abona a la percepción ciudadana de la política. Aunque la oposición denunció que el presupuesto está lejos de responder a las necesidades de las familias mexicanas y obedece a “caprichos gubernamentales”, sus argumentos parecieron perderse en la vorágine de la confrontación.
Un presupuesto centralista y opaco
El PEF 2025 ahora queda en manos de la presidenta Claudia Sheinbaum, quien tendrá la responsabilidad de implementar estos recursos en un contexto de polarización social y política. La concentración de recursos y la reducción a los órganos autónomos representan una preocupante tendencia centralista. En un momento donde la transparencia y la rendición de cuentas deberían ser prioritarias, este presupuesto parece consolidar un modelo opaco y autoritario.
En lugar de ser un ejercicio de deliberación plural y constructiva, la aprobación del PEF 2025 refleja las fallas profundas en la dinámica legislativa mexicana. El Congreso, como espacio para la negociación y el debate de ideas, parece cada vez más distante de su papel fundamental como representante de los intereses ciudadanos. Mientras tanto, los efectos de este presupuesto histórico, tanto en lo económico como en lo institucional, serán un tema que continuará marcando la agenda nacional en los próximos años.
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