A Opinión 27/12/24

Sheinbaum Contra los Monopolios: Una Transformación en las Telecomunicaciones de México

La decisión de la presidenta Claudia Sheinbaum de revertir las concesiones otorgadas por el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) poco antes de su extinción marca un momento crucial en el panorama político y económico de México. Con un lenguaje firme y una postura decidida, Sheinbaum calificó esta acción como un “albazo” y aseguró que no procederá, subrayando su compromiso de enfrentar lo que considera irregularidades administrativas en el tránsito hacia un nuevo modelo de regulación en telecomunicaciones.

El contexto de esta decisión se sitúa en un momento de transformación institucional derivado del decreto publicado en el Diario Oficial de la Federación el pasado 20 de diciembre, que formalizó la desaparición del IFT junto con otros organismos autónomos. Este cambio redistribuye las funciones del instituto hacia el Organismo Promotor de Inversiones en Telecomunicaciones (Promtel), bajo la órbita de la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes (SICT).

Sheinbaum defendió esta medida argumentando que ni el IFT ni la Comisión Federal de Competencia Económica (Cofece) lograron cumplir con su principal objetivo: disminuir los monopolios y fomentar una verdadera competencia en sectores clave. En palabras de la mandataria, ambos organismos “incumplieron con su misión”, lo que justifica el traslado de sus funciones a un ente descentralizado más eficiente y reducido.

Es inevitable que esta decisión suscite opiniones encontradas. Por un lado, quienes ven en el IFT un bastión de independencia regulatoria temen que su desaparición concentre un poder excesivo en manos del Ejecutivo, poniendo en riesgo la imparcialidad en la supervisión de las telecomunicaciones. Por otro lado, el gobierno argumenta que esta transición es necesaria para consolidar una estructura más eficiente que elimine redundancias y priorice los intereses colectivos sobre los de unos cuantos actores económicos.

El IFT, desde su creación en 2013 como parte de la reforma de telecomunicaciones impulsada por el expresidente Enrique Peña Nieto, fue concebido para gestionar el espectro radioeléctrico y garantizar la competencia en el sector. Sin embargo, según Sheinbaum, su desempeño dejó mucho que desear.

A lo largo de su existencia, el IFT siempre fue un organismo opaco y confuso que, con una pesada burocracia, continuó privilegiando a acaparadores de frecuencias en lugar de promover un uso equitativo y competitivo de los recursos. Son muchas las plumas que históricamente han criticado a este instituto, y si su intención era evitar los monopolios, logró olímpicamente que se blindaran aún más.

La entrega de concesiones en los últimos momentos de su operación ha sido interpretada por el gobierno como una acción apresurada y cuestionable que merece ser investigada y, en su caso, revertida. Ojalá que, una vez instaurado el nuevo mecanismo, se realicen subastas abiertas y públicas en lugar de seguir solapando a acaparadores de frecuencias.

La crítica de Sheinbaum también pone en el centro del debate el rol de los organismos autónomos en la administración pública mexicana. Mientras que sus defensores sostienen que garantizan transparencia y rendición de cuentas, sus detractores, entre ellos la presidenta, consideran que a menudo se convierten en espacios de ineficiencia burocrática y falta de resultados tangibles.

Celebrar esta decisión implica reconocer el valor político de enfrentar intereses arraigados y cuestionar estructuras que han prevalecido durante años sin cumplir plenamente sus promesas. No obstante, también exige cautela y vigilancia ciudadana para asegurar que las nuevas estructuras cumplan con los principios de eficiencia, equidad y transparencia que se promueven como su fundamento.

En definitiva, esta medida se inscribe en un esfuerzo más amplio por redefinir las bases de la administración pública en México. Resta por ver si el tiempo y los resultados justificarán las acciones emprendidas, pero, por ahora, la decisión de Claudia Sheinbaum se presenta como una declaración contundente de su visión política y su voluntad de transformar el statu quo.

Al tiempo… y a su opinión.

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