A Opinión del 31/12/24

El laberinto del salario y los impuestos: un 2025 lleno de contrastes

El 2025 inicia con una mezcla de promesas y tensiones para los trabajadores y contribuyentes mexicanos. Por un lado, el aumento del salario mínimo se presenta como una victoria parcial en la lucha por mejorar el poder adquisitivo, mientras que, por otro, los ajustes fiscales y el incremento de impuestos proyectan sombras sobre esta ganancia. En esta crónica, analizamos los impactos más relevantes de estas medidas que marcarán el panorama económico del año.

El salario mínimo dará un salto significativo, con incrementos del 12% en la Zona Libre de la Frontera Norte (ZLFN), alcanzando los 419.88 pesos diarios, y 278.80 pesos en el resto del país. A primera vista, estos números parecen motivo de celebración, pero un análisis más detallado revela matices inquietantes. Este aumento es inferior al de los dos años previos, donde los incrementos fueron de hasta 20%, dejando entrever que el margen para mejoras salariales comienza a reducirse.

El documento de la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos (Conasami) advierte sobre los posibles efectos en precios y empleo. Además, con esta nueva alza del salario mínimo, se prevé un aumento generalizado en los precios de productos y servicios, lo que podría contrarrestar el beneficio directo para los trabajadores.

La presidenta Claudia Sheinbaum ha puesto como meta que el salario mínimo cubra 2.5 veces el costo de la canasta básica para 2030. Mientras que la ZLFN ya cumple esta meta, el resto del país apenas alcanza 1.8 veces. Para cerrar esta brecha, los aumentos tendrán que superar la inflación en al menos siete puntos porcentuales anuales. ¿Es sostenible esta estrategia? El tiempo lo dirá.

El impacto no será uniforme para todos. Las micro y pequeñas empresas enfrentarán incrementos de costos laborales de hasta 6.4% en la ZLFN y 3.1% en el resto del país, mientras que para las grandes empresas el aumento será marginal, apenas del 0.4%. Esta disparidad podría exacerbar las desigualdades estructurales en el mercado laboral.

A estas tensiones salariales se suman los ajustes fiscales, con un aumento del 4.5% en el Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS). Gasolinas, refrescos, cigarros y otros productos esenciales experimentarán alzas de precios que erosionarán el poder adquisitivo de los trabajadores. Un refresco de tres litros, por ejemplo, podrá costar cinco pesos más, mientras que una cajetilla de cigarros subirá hasta 12 pesos. Estos aumentos, aunque justificados por la inflación, golpean directamente al consumo cotidiano de millones de mexicanos.

El panorama fiscal también trae nuevos desafíos. Cambios en las tablas del Impuesto sobre la Renta (ISR) y la actualización de la Unidad de Medida y Actualización (UMA) ajustan el cálculo de impuestos, multas y cuotas. La promesa de un sistema más equitativo parece lejana, especialmente cuando las tasas de retención del ISR podrían reducir los ingresos netos de los trabajadores, anulando parcialmente los beneficios del incremento salarial.

El 2025 plantea un dilema evidente: las políticas de salario mínimo y ajustes fiscales parecen transitar por caminos opuestos. Mientras una busca dignificar el ingreso de los trabajadores, la otra carga con aumentos de precios que amenazan con desbalancear cualquier avance. ¿Es posible equilibrar esta ecuación? La respuesta dependerá de cómo las autoridades gestionen el impacto de estas medidas en los sectores más vulnerables.

Por ahora, los trabajadores comienzan el año con una dualidad de emociones: esperanza por un ingreso mayor, pero incertidumbre por el peso de los impuestos y los precios al alza. En el centro de esta compleja trama, el reto será evitar que los avances salariales se conviertan en un espejismo frente al inexorable aumento del costo de vida.

Al tiempo… y a su opinión.

¡Feliz año nuevo! Este 1 de enero no habrá columna.