A Opinión del 8/7/25

Aguascalientes: lluvia que bendice, árboles que dan vida

En Aguascalientes, el cielo nublado es más que un anuncio de lluvia: es una promesa. Una promesa de vida, de esperanza y de respiro ante los años difíciles de sequía que han marcado nuestra tierra. Nos gusta la lluvia, la celebramos. La vemos como un regalo que no llega todos los días, y por eso la apreciamos con una intensidad particular. Aquí, cuando cae agua del cielo, no es raro ver sonrisas sinceras, familias tomándose fotos y niños brincando en los charcos como si el clima hubiera cambiado de golpe el estado de ánimo colectivo. Pero con esa misma emoción que celebramos la lluvia, también nos indigna el desperdicio del agua, ese recurso cada vez más frágil.

La ciudadanía hidrocálida está despertando. Cada vez son más quienes alzan la voz contra quienes, por negligencia o ambición, permiten fugas, riegan banquetas o no reparan sistemas de distribución ineficientes. Nos duele ver cómo el agua se tira, cómo se contamina, cómo se banaliza. Lo mismo pasa con los árboles: cuando alguien tala uno, no sólo cae un tronco, cae también parte de la sombra, del aire limpio, de la identidad barrial. Es común ver en redes sociales a vecinos indignados por la pérdida de un árbol viejo, como si se tratara de un habitante más de la cuadra. Porque lo es.

Hoy, Aguascalientes es también un mercado más exigente. La gente ya no compra a ciegas: pregunta si el fraccionamiento tiene áreas verdes, si hay árboles nativos, si el diseño urbano permite convivir con la naturaleza. Las constructoras que no escuchan estas exigencias se están quedando atrás. La ciudadanía hidrocálida, noble pero crítica, quiere espacios que se sientan vivos, no planchas de concreto. Queremos desarrollo, sí, pero uno que respete el entorno, que abrace la lluvia, que cuide los árboles y que entienda que un hogar no sólo se construye con paredes, sino también con raíces.

Sobre el autor

Anibal Salazar

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