Turismo cultural en Aguascalientes: ¿proyecto o relleno de agenda?

Es a todas luces un esfuerzo maratónico y aplaudible el que está realizando la gobernadora Teresa Jiménez para impulsar el desarrollo del estado. Sin embargo, más valdría revisar con seriedad los resultados de las acciones de sus dependencias, pues muchas de ellas no han logrado cumplir con el objetivo de llevar el proyecto estatal a otro nivel, especialmente en el terreno del turismo cultural. A pesar de la inversión y el trabajo, que si deben de estar haciendo alguno, aún no terminan por convertirse en una verdadera estrategia de atracción turística.

Aguascalientes presume ser tierra de cultura, tradición y creatividad. Sin embargo, cuando se habla de industria turística, pareciera que el estado sigue viviendo únicamente de la inercia de la Feria Nacional de San Marcos y de algunos festivales que, más que detonadores de desarrollo, se han convertido en eventos para rellenar programas oficiales.

La realidad es que no existe un modelo sólido de turismo cultural. Se organizan conciertos, ferias de temporada, presentaciones y exposiciones que carecen de visión integral: pocas veces están vinculadas con cadenas productivas, con la promoción de la ciudad en otros estados o con la creación de experiencias que realmente atraigan visitantes de largo plazo.

En lugar de consolidar un producto turístico cultural competitivo, lo que vemos son actividades dispersas, sin conexión entre sí y, peor aún, sin un discurso de identidad que las respalde. ¿Qué historia quiere contar Aguascalientes al visitante? ¿Qué ruta cultural puede recorrer alguien que llegue un fin de semana? Esas preguntas siguen sin respuesta.

El problema no es de talento –porque Aguascalientes lo tiene–, sino de planeación y visión estratégica. Mientras otras ciudades han sabido transformar sus festivales y patrimonio en marcas internacionales, aquí los esfuerzos parecen orientarse más a cumplir con un calendario que a construir una industria.

El turismo cultural no debe ser un accesorio, ni un acto de relleno: debe ser un motor económico y un puente de identidad. Mientras no se entienda así, Aguascalientes seguirá viendo pasar una industria que no ha alcanzado su verdadero potencial.

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