Crece el número de extranjeros y refugiados en Aguascalientes

Desde trabajadores calificados contratados por empresas globales hasta familias refugiadas provenientes de contextos de violencia o crisis humanitarias, el crecimiento de la población foránea ha comenzado a ocupar un lugar visible en Aguascalientes.

Hoy, alrededor de 16 mil residentes extranjeros viven en Aguascalientes, de acuerdo con Ignacio Fraire Zúñiga, delegado del Instituto Nacional de Migración (INM), una cifra que ha aumentado cerca del 5% tan solo en el último año.

Este incremento responde, en gran medida, al arribo de inversiones internacionales y a la expansión de la industria automotriz. La decisión de Nissan de trasladar al estado una planta que anteriormente operaba en Morelos, así como otra proveniente de Argentina, ha reforzado la llegada de talento profesional extranjero altamente capacitado. Principalmente, llegan personas de Japón —la comunidad más numerosa— así como de Alemania, Estados Unidos y China. Se trata de ingenieros, técnicos y especialistas que son reubicados por las mismas compañías transnacionales para operar o supervisar procesos productivos. “Es gente que está siendo contratada para trabajar aquí y nosotros estimamos que la presencia de extranjeros seguirá incrementándose”, señala Zúñiga.

Sin embargo, la diversidad cultural en Aguascalientes no se limita al ámbito empresarial. De manera paralela, cientos de familias refugiadas también están reconstruyendo sus vidas en la entidad. Según datos de la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR), en el estado viven personas provenientes de al menos 12 nacionalidades distintas, con predominancia de Honduras, seguidos por grupos de El Salvador, Nicaragua, Venezuela e incluso Angola. Son cerca de cuatro mil refugiados que han logrado establecerse en condiciones estables y dignas, encontrando aquí vivienda, servicios básicos y documentos que les permiten trabajar e incluso acceder a licencias de conducir.

Para Paola Monroy, jefa de oficina de ACNUR en Aguascalientes, el reto principal ya no es solo brindar asistencia inicial, sino garantizar que su integración social sea sólida y plena. Monroy destaca que el objetivo es que estas personas no sean vistas como ajenas, sino como parte activa del tejido social. “La intención es integrar a estas personas migrantes con el resto de la sociedad, lograr una convivencia efectiva y que se vean como iguales”, sostiene.

En Aguascalientes, aproximadamente el 30% de las personas refugiadas (unas 1,200) son niños y adolescentes. Muchos de ellos ya se encuentran estudiando y adaptándose a su entorno, mientras que los adultos (2,800) han accedido a empleos formales en empresas locales.

Su inserción laboral, cultural y educativa ha sido posible gracias a un esquema de acompañamiento que busca que no solo sobrevivan, sino que prosperen. Por ejemplo, una de las estrategias más simbólicas para acercar a la población refugiada al resto de la comunidad es la organización del “minimundial”, un campeonato de fútbol que busca unir a locales y extranjeros a través de un lenguaje universal: el deporte, que se llevará a cabo los días 29 y 30 de noviembre en el Deportivo Insurgentes, donde equipos mixtos participarán con la condición de incluir al menos a tres jugadores refugiados. En este caso, la prioridad no es levantar un título; sino la convivencia, el entendimiento y la construcción de lazos. 

El crecimiento de ambas poblaciones —refugiados y trabajadores expatriados— revela que Aguascalientes se ha convertido en un polo de atracción para diversas realidades migratorias. Este cruce multicultural plantea retos importantes, pero también oportunidades: desde la posibilidad de promover intercambios culturales hasta la generación de una sociedad más abierta e incluyente.