A Opinión del 6/11/24
Movimiento Ciudadano enfrenta una encrucijada: priorizar liderazgos sólidos como Alfaro o seguir el espectáculo mediático del “fosfofosfo”.
La canción de Máynez y la llama del alfarismo: entre el espectáculo y la estrategia.
Es innegable que Jorge Álvarez Máynez tiene el empuje necesario para consolidar su liderazgo al frente de Movimiento Ciudadano. Con una energía que resuena incluso entre quienes alguna vez bailaron y cantaron su famosa canción, su figura parece capaz de conectar con una nueva generación. Sin embargo, el tiempo no solo es un aliado sino también un juez implacable, y la efectividad de su liderazgo no dependerá de su carisma o popularidad, sino de su habilidad para construir una base sólida y, sobre todo, coherente en los estados.
El desafío, sin embargo, no está solo en el liderazgo nacional, sino en la forma en que el partido maneja sus liderazgos locales. Lo ocurrido en Nuevo León con la frivolidad del “fosfofosfo” y sus réplicas por todo el país ha evidenciado que la popularidad mediática no necesariamente se traduce en una estructura política funcional. En este contexto, es Jalisco, de la mano del alfarismo ahora comandado por Pablo Lemus, quien mantiene a flote la credibilidad del proyecto naranja.
La continuidad del éxito en Jalisco no se debe a la marca de Movimiento Ciudadano, sino a la selección estratégica de candidaturas que han logrado conectar con el electorado. El gobierno alfarista supo capitalizar el voto de castigo a las administraciones de Aristóteles Sandoval y Emilio González, pero lo que realmente consolidó su victoria fue ofrecer una opción ciudadana que convenciera a los jaliscienses de darle continuidad.
Por eso, si Máynez no quiere perder la corriente que Alfaro construyó, debe reconsiderar su enfoque. Tal vez sea tiempo de alejarse de los millones de seguidores de Mariana Rodríguez y su marido, quienes, aunque icónicos en redes sociales, representan una versión superficial y pasajera de la política. Enrique Alfaro, con todo y sus controversias, ha dejado claro que su apuesta es por una política profesional y estructurada.
Quizá el exgobernador debería volver a recorrer el país, especialmente el Bajío, y ayudar a consolidar una identidad partidista que no dependa de selfies ni de filtros, sino de proyectos y liderazgos reales. En estados como Aguascalientes, por ejemplo, lo que debería ser una movilización ciudadana se ha reducido a sesiones fotográficas sin sustancia, un reflejo más de esa influencia regia que, aunque mediáticamente efectiva, resulta vacía en términos políticos.
El reto para Movimiento Ciudadano es claro: decidir si quiere ser un espectáculo pasajero o un proyecto serio y duradero. Y en esa decisión, Jorge Álvarez Máynez tendrá que elegir entre seguir bailando al ritmo del “fosfofosfo” o aprender de quienes, como Alfaro, lograron encender una llama que aún gusta a los electores.
Al tiempo… y a su A Opinón.
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