A Opinión del 9/7/25

La realización profesional impulsa el desarrollo regional: trabajar con pasión eleva ingresos, calidad de vida y fortalece la economía local.

¿Cuánto sueño tienes? Pues trabaja a su altura

En el México que viene, en el México que quiere más —más justo, más moderno, más productivo—, el debate sobre las horas laborales no es nuevo, pero sigue siendo esencial. Carlos Slim lo puso de nuevo sobre la mesa: si queremos ganar más, trabajemos más. Si se quiere crecer, hay que esforzarse. Y aunque suene duro, hay algo de verdad incómoda en eso.

Porque no se trata solo de contar horas, sino de entender para qué trabajamos. Quien entra puntual a la oficina y sale puntual, pero sin pasión, sin hambre, sin visión, aporta lo justo. Y lo justo es el mínimo. En cambio, el que quiere más, sabe que el horario es apenas el marco; el verdadero trabajo está en lo que hace con el tiempo, en cómo invierte su talento y empuja el sueño, propio o compartido. Cada quien debería trabajar lo necesario según el tamaño del sueño que quiere alcanzar.

Slim habla como empresario, sí, pero también como alguien que construyó desde la visión y el sacrificio. Propone jornadas largas, pero menos días, jubilación tardía, y esfuerzo sostenido. Suena duro para muchos, pero si lo vemos con otros ojos, es una invitación a no desperdiciar el tiempo. A ver el trabajo como motor de realización, no solo de supervivencia.

Ahora bien, reducir las jornadas a 40 horas como plantea la reforma a la Ley Federal del Trabajo también tiene lógica: calidad sobre cantidad, bienestar sobre agotamiento. Lo importante aquí no es si trabajamos 40 o 48 horas, sino con qué actitud llenamos ese tiempo.

Y aquí entra una reflexión vital: la realización profesional es una forma de plenitud humana. Cuando más personas se sienten útiles, reconocidas, capaces de crecer y aportar, no solo son más felices: hacen mejores sus entornos. Profesionistas realizados significan regiones más activas, con mejor calidad de vida, con más consumo local, con familias que invierten en su presente y su futuro. Y ese consumo, esa circulación de recursos y entusiasmo, es lo que verdaderamente impulsa el desarrollo regional.

El país necesita empresas que prosperen, trabajadores que sueñen, líderes que inspiren y ciudadanos que se esfuercen. Porque al final del día, el verdadero debate no es cuánto tiempo se trabaja, sino cuánta vida se le pone al trabajo —y cuánta realización se alcanza con ello.

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