A Opinión del 14/7/25

Revelan cifras del INEGI que Aguascalientes registra la mayor tasa de adolescentes internados; el país enfrenta una crisis de juventud marcada por violencia y abandono.

Adolescencia, justicia y abandono social en México: una alarma que no debemos ignorar

Las cifras del INEGI sobre adolescentes en conflicto con la ley durante 2023 son contundentes: más de 32 mil jóvenes fueron imputados por la presunta comisión de un delito, y 8 de cada 10 fueron hombres. Lejos de ser simples datos, estas estadísticas reflejan una realidad compleja y dolorosa: miles de adolescentes mexicanos están creciendo en contextos marcados por la violencia, el consumo de sustancias, la falta de oportunidades y el debilitamiento del tejido social.

La situación es doblemente alarmante si consideramos que más de la mitad de las víctimas registradas también eran menores de edad, y que 6 de cada 10 eran mujeres. Esta violencia cruzada, que alcanza tanto a quienes cometen delitos como a quienes los sufren, revela un entorno en el que la juventud vive expuesta a riesgos graves sin contar con redes sólidas de protección ni rutas efectivas de prevención. Además, el alto consumo de alcohol, tabaco y marihuana entre los adolescentes bajo sanción (88.2 % en hombres y 77.3 % en mujeres) debe encender alertas en el ámbito de la salud pública y la educación emocional.

En este panorama, Aguascalientes figura como una de las entidades con mayor tasa de adolescentes ingresados a centros de internamiento, con 95.1 ingresos por cada 100 mil adolescentes. Le siguen Nayarit y Sonora. Este dato debe entenderse como una llamada de atención que convoca a todos los sectores a reforzar estrategias de prevención, contención social y oportunidades de desarrollo integral. La medida privativa de libertad debe ser, como lo establece la ley, un recurso excepcional. El reto está en ofrecer alternativas comunitarias, educativas y restaurativas que realmente transformen la vida de los jóvenes.

Más que castigar, necesitamos comprender. Más que encerrar, hay que construir caminos de dignidad para nuestra juventud. Las cifras del INEGI deben ser un punto de partida para una reflexión colectiva sobre el país que estamos formando y el lugar que queremos que ocupen en él nuestras niñas, niños y adolescentes.

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