El lobo es el lobo del hombre

La tensión en Europa oriental está en su máximo nivel. Rusia ha dicho estar listo para escalar el conflicto con Ucrania, a niveles globales. Usar armas nucleares, en este contexto, sería efectivamente el fin de la civilización moderna, como lo ha calificado el Presidente Putin. En su afán por ganar una guerra que no ha llevado a ningún lado, el Presidente ucraniano Volodimir Zelenksy ha lanzado un nuevo ataque, con misiles norteamericanos, en territorio ruso.

Por su parte, el Ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, ha dicho que lo anterior se considera la antesala de una nueva guerra occidental contra aquel país. Esto ha llevado a que Rusia cambie su doctrina nuclear, considerando el uso de misiles estadounidenses, como un ataque frontal de la OTAN y sus aliados.

El escenario es muy grave. Por un lado, con la fabricación y llegada de más misiles de largo alcance en Ucrania. Por el otro, con la presencia de soldados norcoreanos en territorio ruso, aproximadamente 100 mil, que están listos para entrar en combate. Lo cierto es que ambos presidentes, tanto Putin como Zelensky, son hombres de guerra y no piensan ceder. Por ello los tambores de la guerra suenan con más fuerza cada día que pasa.

Los expertos saben que lo mejor y lo más prudente sería desescalar el conflicto, pues el uso de armas nucleares sería la hecatombe. Y es que la lógica de esta guerra, definida por la tecnología militar y el poderío de las armas nucleares, sería la destrucción. No habría intención de ganar territorios, de alcanzar objetivos estratégicos para debilitar la fuerza del otro. Tampoco habría capacidad de negociar y pedir una tregua. La destrucción y la contaminación nuclear serían absolutas.

Por ello, los países de Europa han comenzado a prepararse para lo peor. Los gobiernos han difundido información estratégica para protegerse y resguardarse en caso de un ataque nuclear. El apocalipsis nuclear no es una fantasía. Como en las pasadas guerras mundiales, las naciones han comenzado a alinear sus bloques, producto de las disputas por territorios. Los imperios, repito, no están dispuestos a ceder, pues lo anterior cambiaría el orden mundial para siempre.

Los ojos del mundo están puestos en Rusia y en Ucrania. En los últimos acontecimientos, los miembros de la OTAN se han reunido este martes con embajadores de Ucrania, para evaluar las acciones a seguir tras el ataque ruso con un misil hipersónico y frente a las amenazas de atacar bases militares de ese organismo, en toda Europa. Y en este contexto, el Presidente Donald Trump, quien tomará protesta en enero próximo, ha hecho un llamado a encontrar una solución pacífica del conflicto, consciente de que esta guerra alcanzaría niveles nunca vistos.

El conflicto, dicen los estudios sociológicos, históricos y psicológicos, es parte de la naturaleza del ser humano. Muchos son los teóricos que han estudiado la guerra, llegando a diversas conclusiones, la mayoría de ellas, que en las guerras más grandes nunca hay ganadores. “El lobo es el lobo del hombre”, decía Thomas Hobbes.

Por el bien de la humanidad, ojalá que la prudencia llegue a los espacios, a las oficinas y a las cabezas en donde hoy se juega el destino del mundo.

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