A Opinión del 22/5/25
La inflación anual en México sube a 4.22% en mayo, superando expectativas y afectando productos básicos y servicios cotidianos.

Inflación repunta y pone en alerta el bolsillo mexicano
La inflación ha vuelto a tomar protagonismo en el panorama económico mexicano. Contra todo pronóstico, el Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) sorprendió al alza durante la primera quincena de mayo de 2025, alcanzando un 4.22% a tasa anual, por encima del rango objetivo del Banco de México y superando las expectativas del mercado, que anticipaban una desaceleración.
Este repunte, aunque moderado en apariencia, representa un retroceso en el camino hacia la estabilidad de precios, que parecía consolidarse desde finales del año pasado. El aumento quincenal de 0.09% —el más alto para este periodo desde 2020— es una señal de alerta para el consumidor y, por supuesto, para la política monetaria nacional.
El desglose de los datos publicados por el INEGI revela un fenómeno complejo. Mientras que algunos bienes de consumo básico como el pollo (+8.96%), el jitomate (+4.37%) y la carne de res (+0.99%) continúan encareciéndose, también se encarecen servicios como el cine (+14.82%) y alimentos preparados en fondas y taquerías (+0.26%). Este patrón es preocupante porque impacta directamente en la vida cotidiana de los mexicanos, sobre todo en los sectores de menor ingreso, que destinan una mayor proporción de su gasto a estos productos y servicios.
Por otra parte, el índice subyacente —que excluye los componentes más volátiles— también subió, alcanzando un 3.97% anual. Este dato es especialmente relevante, pues marca una tendencia más estructural de los precios, y no un mero sobresalto circunstancial. Si bien el alza es marginal respecto a la quincena anterior (3.96%), indica que las presiones inflacionarias no ceden.
La inflación no subyacente, por su parte, retrocedió 0.15% quincenal, pero eso no es motivo de celebración. A tasa anual, este componente creció a 4.78%, impulsado principalmente por los precios agropecuarios (+5.79%) y energéticos (+3.71%). La estacionalidad del programa de tarifas eléctricas ayudó a mitigar temporalmente el aumento general, pero no corrige de fondo el problema.
Cabe destacar que el Índice de Precios de la Canasta de Consumo Mínimo también subió 4.09% anual, afectando directamente a los hogares más vulnerables. El que esta canasta —referente de los productos indispensables— siga encareciéndose, reafirma que el discurso optimista de la estabilidad económica aún no llega a la mesa de millones de familias mexicanas.
Este nuevo repunte obliga a replantear las estrategias tanto del Banco de México como del gobierno federal. Si bien la política monetaria restrictiva ha logrado contener parcialmente las presiones inflacionarias, el entorno internacional —sumado a factores climáticos y de oferta— sigue impactando al país con fuerza.
En suma, esta quincena inflacionaria nos recuerda que la economía no solo se mide en indicadores macroeconómicos, sino en el precio del jitomate, el pollo y el detergente. Si el combate a la inflación no se traduce en una mejora perceptible para el ciudadano común, de poco sirve que las cifras estén dentro de los márgenes técnicos.
La estabilidad de precios es más que un objetivo técnico: es una condición de dignidad para millones de hogares. Y hoy, esa estabilidad está nuevamente en entredicho.