La noche que Ponce volvió a casa

Homenaje a Manuel M. Ponce en Aguascalientes con emotivas interpretaciones musicales que celebraron su legado nacionalista e inmortal.

En el corazón palpitante del Corredor Cultural Carranza, la música tejió un puente entre el presente y el alma inmortal de Manuel M. Ponce, a 77 años de su partida. Bajo el cielo sereno de Aguascalientes, su tierra, su origen, su eco más profundo, el escenario principal se transformó en altar y tribuna, donde cada nota fue memoria y cada aplauso, un suspiro de gratitud.

Más de 300 almas se reunieron para rendir homenaje al padre del nacionalismo musical mexicano, ese compositor cuya obra cruzó océanos y fronteras, pero cuyas raíces jamás dejaron la tierra que lo vio nacer. El Ensamble Hidrocálido de Guitarras abrió la velada con un trío de piezas que parecían escritas en el viento: Concierto del Sur, Scherzino Mexicano e Intermezzo. Las cuerdas, finas como hilos de plata, bordaron el aire con la sensibilidad que solo Ponce supo legar a su pueblo.

Le siguió el Cuarteto Ponce, cuyos instrumentos cantaron Gavota, Itermezzo y Marchita el Alma, evocando paisajes de nostalgia y gloria, como si el mismo compositor dirigiera desde las sombras de los cipreses. Y como un susurro que se eleva en la madrugada, la soprano Jazmín Ethel, acompañada de ensamble, hizo florecer las emociones más hondas con Que Lejos Ando, La Palomita y La Peña, canciones que huelen a campo, a distancia y a recuerdo.

Aquella noche, Aguascalientes no solo recordó a su hijo más ilustre: lo celebró, lo sintió vivo y, sobre todo, lo escuchó.

Porque hay melodías que no mueren, solo esperan noches como esta para volver a nacer.

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