Persecución en la ciudad y la cita perdida

Persecución en Aguascalientes: El R8 abandona cita con bailarina para presenciar captura de “El Rayito”, acusado de secuestro y extorsión.

La noche parecía escrita para el deseo. El R8 tenía cita con una bailarina de mirada peligrosa, pero el timbre del teléfono quebró la ilusión. La orden era clara: dejar el cabaret para otro día. En las calles de Aguascalientes se movía un fantasma con nombre y alias: El Rayito, requerido en Jalisco por extorsión agravada y secuestro exprés.

El operativo arrancó en Avenida Convención, justo en la esquina con Mahatma Gandhi. La patrulla lo ubicó, pero el sujeto no se entregó. El Rayito pisó el acelerador de un viejo sedán y comenzó la fuga, enredando a la ciudad en una persecución que sacó de su letargo a la medianoche. Sirenas desgarrando el aire, motores rugiendo como fieras, el eco de las llantas quemando el asfalto. A su paso, los peatones buscaban refugio; los automovilistas apenas alcanzaban a apartarse.

El R8, desde su auto, seguía la estela como un cazador paciente. Sabía que el tipo no iba a llegar lejos. La red se cerraba con la precisión de un reloj suizo: retenes improvisados, luces intermitentes, radios estallando en claves y coordenadas. Fue en un giro torpe hacia una calle lateral donde el fugitivo perdió la ventaja: un poste metálico frenó su intento de escape. El choque destrozó la carrocería y apagó de golpe su resistencia.

En segundos, agentes de la Fiscalía General del Estado lo rodearon, encañonaron y esposaron. El Rayito quedó reducido, sudoroso, sin más salida que el destino que lo esperaba desde 2013, cuando extorsionó y privó de la libertad a su víctima en Puerto Vallarta. Aquel episodio, interrumpido por la Marina, lo condenaba ahora en Aguascalientes.

El R8 encendió un cigarro, mirando la escena envuelta en humo y sirenas. Pensó en la bailarina, en el cabaret, en la cita que nunca fue. Pero en esta ciudad, la noche siempre tiene un crimen más urgente que el amor.

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