A Opinión del 17/12/24

Entre promesas, abandonos y la esperanza de un hospital olvidado. El anuncio finalmente llegó, como quien desempolva un proyecto enterrado entre escombros de indiferencia política y omisiones prolongadas. El hospital en obra negra ubicado en Pabellón de Arteaga, situado además sobre una falla geológica, ha sido entregado al Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) tras años de abandono. Este esqueleto arquitectónico, heredado de las administraciones de Carlos Lozano y Martín Orozco, se mantuvo en pausa bajo el pretexto recurrente de la falta de presupuesto, convirtiéndose en un símbolo tangible de la desidia gubernamental.

Ahora, bajo la promesa de la Federación, la infraestructura será concluida y operada para atender emergencias en la región norte del estado, desde Pabellón de Arteaga hasta Luis Moya, Zacatecas. Un anuncio que, aunque llega con el matiz de esperanza, también refleja una década perdida en la que miles de derechohabientes vieron postergadas sus necesidades más apremiantes. La construcción de este hospital no solo responde a una deuda histórica, sino que también promete salvar vidas con intervenciones oportunas, evitando que incidentes menores se conviertan en tragedias irreparables.

En la misma línea, la gobernadora de Aguascalientes, Teresa Jiménez, hizo su acto de presencia en la 115 Asamblea General Ordinaria del IMSS en la Ciudad de México. En dicho evento se confirmó no solo la conclusión del hospital de Pabellón de Arteaga, sino también la construcción de un nuevo nosocomio al oriente de la capital, con más de 260 camas, superando incluso la capacidad del emblemático Hospital Miguel Hidalgo. Cabe recordar que este proyecto fue una de las principales promesas de campaña de Jiménez y, al mismo tiempo, un reproche velado a su antecesor, Martín Orozco, quien dejó a la población esperando otras grandes obras que nunca llegaron.

El reconocimiento de la gobernadora hacia las autoridades federales y Zoé Robledo, director general del IMSS, deja entrever una relación de conveniencia política que, por fortuna, esta vez parece favorecer a los habitantes del estado. Sin embargo, la entrega de este hospital y la proyección de nuevas infraestructuras de salud también trae consigo una petición subyacente: que la Federación abandone su intención de absorber el Hospital Miguel Hidalgo, un ícono de la eficiencia médica estatal y un motivo de orgullo para los aguascalentenses.

Más allá de los discursos oficiales y los actos de protocolo, la conclusión de este hospital representa una necesidad impostergable. Las promesas cumplidas se celebran, pero también se cuestionan cuando llegan con un retraso de tantos años y después de tantas vidas afectadas por la falta de infraestructura médica. La población de Pabellón de Arteaga y los municipios circundantes merecen más que buenas intenciones; merecen acciones concretas y oportunas, no solo cuando la presión política lo amerita.

El reto ahora es que la Federación cumpla con los tiempos y los estándares de calidad prometidos. De poco servirá inaugurar hospitales si no cuentan con personal capacitado, equipo médico suficiente y recursos para su operación diaria. La salud, como lo afirmó la propia Teresa Jiménez, es un derecho fundamental, pero también es un termómetro de la seriedad con la que los gobiernos responden a las necesidades de su población.

Por ahora, la entrega del hospital de Pabellón de Arteaga parece un paso en la dirección correcta. Sin embargo, la memoria colectiva no olvida los años de abandono y las promesas incumplidas. La historia reciente nos ha enseñado a ser cautelosos con los anuncios grandilocuentes. La verdadera crónica se escribirá cuando las puertas de este hospital finalmente se abran, con personal, camas y medicamentos listos para atender a quienes lo necesitan. Solo entonces podremos celebrar que, al fin, la salud en el norte de Aguascalientes y sur de Zacatecas recibió la atención que merece.

Al tiempo… y a su opinión

Sale en: Quiero Tv / CiudadDeAguascalientes.com / A-Opinion.com / Aguascalientes News